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EDITORIAL
El inicio de una nueva era. ¿provechosa?
El 1 de octubre de 2024, pasará a la historia del México contemporáneo, por ser la fecha en que, por vez primera para esta
nación, una mujer asume la Presidencia de la República. Claudia Sheinbaum Pardo, afirmó desde la alta tribuna del Con-
greso de la Unión en San Lázaro, luego de recibir de manos de Ifigenia Martínez la banda presidencial que apenas instantes
antes le retirara a Andrés Manuel López Obrador, ahora expresidente, que, como nueva mandataria azteca, no llegaba al
cargo sola, sino acompañada de las millones de mexicanas, las de ayer, las de hoy y las que pronto llegarán a este plano
terrenal, para dignificarse, empoderarse y trabajar codo a codo con los hombres por el engrandecimiento del país.
Definitivamente estas palabras claro que las aceptamos y aplaudimos. Sin embargo, la vela del “nuevo Maximato”, como
algunos le han llamado a este periodo en que el ex Presidente pareciera aún mantiene su poder incluso sobre la nueva
administración, no deja de llamar la atención e incluso, preocupar en cierto modo. La actitud incluso podríamos decir de cer-
razón por parte de la Mandataria por querer sacar sí o sí las reformas que quedaron pendientes de su predecesor y, particu-
larmente, la judicial, en la cual se pretende cambiar, o, mejor dicho, ya se hizo, puesto que el Congreso ya lo aprobó gracias
a la absoluta mayoría de Morena, la cual, por otro lado, también ha sido cuestionada por su legalidad, y substituir la carrera
de los magistrados basadas en conocimiento y experiencia, por un simple voto popular, lo cual incluso podría proveer que
gente que no tiene el mínimo conocimiento en la materia, pueda llegar hasta la Suprema Corte de la Nación
Del mismo modo, los primeros días de Sheinbaum en la administración pública federal ya nos ha regalado “perlitas” como
la insistencia en que España pida perdón por los sucesos de la Conquista suscitados hace 5 siglos atrás. O limitar al punto
de casi no tomar en cuenta la presencia del embajador Ken Salazar, en un momento clave y coyuntural en Estados Unidos
por la próxima elección, en la cual se define sí Kamala Harris mantiene el poder del lado demócrata, o vuelve Donald Trump
“corregido y aumentado”, lo que sea que eso signifique, y por lo cual sabemos, no sería de ninguna halagador para México. C
Da la impresión de que lo que menos se quiere, es que alguien, grande o pequeño, cuestione las decisiones que, hasta
ahora, se han tomado desde Palacio Nacional. Por si fuera poco, el País cada vez se sume en olas incendiarias de violencia.
Justo cuando tomaba la banda presidencial, Sinaloa estaba inmerso en una crisis de seguridad, particularmente Culiacán,
pero ya se extendió a estados como Guerrero e incluso, zonas en donde casi no se sabía de cuestiones violentas, como el
caso de Baja California Sur.
Ojalá que pronto la Administración Sheinbaum comience a caminar sobre piso firme y tome las riendas de los asuntos de
verdadera importancia para nuestro país. La campaña terminó, ganó con el porcentaje de votación más alta que ningún otro
candidato vencedor logró jamás en la historia de la democracia mexicana. Ojalá este bastión de legitimidad que obtuvo en las
urnas, no se dilapide de nueva cuenta en infiernillos sin sentido, con el simple hecho de demostrar aquella frase del monarca
francés Luis XIV: El Estado, soy yo.
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